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Los científicos están muy emocionados con la nueva detección de ondas gravitacionales: esta es la razón

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Hace tan solo unos días, el proyecto NANOGrav, una de las mayores colaboraciones internacionales de la historia hizo público un nuevo descubrimiento que, en palabras de la revista Nature, dedicada a la ciencia, se dispone a «sacudir toda la astrofísica». 

Pero, ¿por qué?, lo que se sabe es que este avance físico ha implicado el trabajo de miles de científicos, repartidos en docenas de centros por todo el mundo, y más de quince años de trabajo conjunto recopilando datos. El comunicado se realizó durante una emisión en directo donde se anunció que se habían encontrado evidencias de un fondo cósmico de ‘ondas gravitacionales’.

Según explicó Nature después de anunciar el descubrimiento ofreció un texto aclarando puntos y explicando por qué es un avance importante.

Tras las teorías relativistas se suele entender el Universo como una especie de sábana lisa, una lona elástica que se deforma por la masa de los objetos. Los físicos, Einstein incluido, se han preguntado desde hace décadas qué ocurriría con esa gran cama elástica que llamamos tejido espacio-tiempo si se produjesen eventos muy masivos, como por ejemplo la colisión de dos gigantescas estrellas o si dos agujeros negros con masas enormes se fusionaran. El espacio-tiempo se ajusta a esas ondulaciones y Einstein predijo que «la interacción de objetos muy masivos causaría ondas de gravedad, del mismo modo que si tirásemos una piedra a un estanque en calma». Esas ondas gravitacionales, producidas por la deformación del tejido espaciotemporal, se desplazarían como olas y, con los instrumentos adecuados, podríamos detectarlas.

Si nos remonatamos a 2016, un siglo después de que Einstein publicase su teoría general de la relatividad, el experimento LIGO realizó el anuncio más esperado. Era un 11 de febrero, a las 16:30. David Reitzer, director ejecutivo del experimento LIGO, aparecía sonriente en la sala de prensa y con un tono pausado pronunciaba sonriente las siguientes palabras: <Señoras y señores, hemos detectado ondas gravitacionales… lo hemos conseguido>.

Hasta donde se conoce hace más de 1300 millones de años, un par de grandes agujeros negros colisionaron, se fusionaron en uno sol y liberaron una gran cantidad de energía que hizo bambolearse el tejido espacio tiempo. Los interferómetros láser de LIGO son tan avanzados que detectan hasta el más mínimo movimiento en esa sábana lisa cósmica. Sus láseres actúan como boyas flotantes y fueron capaces de detectar ondulaciones en el espacio-tiempo producidas por las olas creadas por las «piedras gigantes de la masa de agujeros negros».

Fue un momento especial para la física. Aquel anuncio abría las puertas a una nueva manera de mirar o mejor dicho, escuchar el Cosmos.

Entonces, nuevamente, hemos vuelto a conseguirlo. Hemos vuelto a detectar ondas gravitacionales. Pero hay dos cosas importantes a tener en cuenta, en esta ocasión, las ondas diferentes y el método utilizado también es nuevo y sorprendente.

En 2016 la detección procedía de un hecho puntual, dos agujeros negros fusionándose, liberando energía y emitiendo una gran onda gravitacional, en esta última ocasión, en el anuncio de NANOGrav, es decir, El Observatorio Norteamericano de Nanohercios para Ondas Gravitacionales, sus los autores hablan de un «fondo cósmico de ondas gravitacionales», un zumbido, una sinfonía incluso. Agujeros negros supermasivos, cuásares liberando energía, galaxias enteras chocando con otras, haciendo vibrar el tejido espaciotemporal y creando un <clamor gravitacional que recorre el Universo>, del cual se desconoce su procedencia.

¿Y cómo lo han detectado? Aquí llega otra genialidad del proyecto NANOGrav porque, en lugar de utilizar instrumentos láser como en LIGO, lo que han hecho es utilizar los datos acumulados durante 15 años de estrellas púlsar.

Estas estrellas de «púlsar» son estrellas que pueden llegar a girar sobre sí mismas cientos de veces por segundo, emitiendo pulsos de luz tan exactos que cuando se descubrieron muchos pensaron que eran señales de alguna civilización extraterrestre.

Lo que es cierto es que estos faros cósmicos también pueden ser utilizados como «relojes universales» y esta cualidad es la que han aprovechado los físicos de NANOGrav para detectar variaciones minúsculas pero consistentes con la emisión.

«El equipo NANOGrav ha creado, en esencia, un detector a escala galáctica que revela las ondas gravitacionales que impregnan nuestro universo», explicó el director de la NSF, Sethuraman Panchanathan.

Los científicos estarían apasionados con este descubrimiento ya que con ello se logra un fascinante avance de la Astrofísica. Y con ello, un descubrimiento que nos acerca a una comprensión global de los grandes fenómenos físicos del cosmos.

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