Pedro Infante, uno de los grandes iconos del cine mexicano, estuvo a punto de no ser la gran estrella que sigue vigente entre el público. Eran los años 30, posiblemente finales de dicha década, el sinaloense acababa de establecerse en la Ciudad de México junto con María Luisa León, la mujer con la que se casaría.

De estar en radiodifusoras locales de Sinaloa, Infante comenzaría a tener presentaciones en la XEB, en el centro del país. Además de ellos sería llamado a trabajar en teatro como músico; en algún punto obtuvo un espacio dentro de un espectáculo dado en el Colonial.

Aquí conoció a Jesús Martínez “Palillo”, actor con el que desarrollaría una excelente amistad que, muchos años después, llevaría a que el actor de carpa nombrara a Pedro el padrino de su hija Ana Martín, la Primera Actriz. Al mismo tiempo, también gracias a sus presentaciones en cabarets, poco a poco se hizo de otros tantos amigos que pertenecían al medio del espectáculo.

Uno de ellos fue Antonio Badú, un actor y cantante de origen libanés que frecuentaba los sitios donde Pedro Infante hacía acto de presencia. El también llamado “Emir de la canción” había hecho su debut en cine en 1938 con la cinta Padre mercader; ya para cuando se hizo amigo del futuro “Ídolo de Guamúchil” estaba bastante familiarizado con la industria.

De acuerdo con el periodista y escritor Carlos Franco Sodja, el Emir de la canción estaba al tanto de la afición de Pedro Infante por el cine. El sinaloense veía todo el mundo fílmico como una fantasía de la cual él no podía ser parte.

Badú trataba de animarlo, al igual que María Luisa León, de que le diera una oportunidad a su todavía desconocida faceta de actor. Pedro rechazó esta opción varias veces, y no fue hasta que Antonio le prometió que lo llevaría a un estudio de grabación que el cantante de Amorcito Corazón cedió un poco.Luego de ver cómo grababan una película musical, Pedro supo que quería ser parte del mundo fílmico (Foto: Cuartoscuro)

Un día el actor llevó a Pedro a la filmación de una película producida por Emilio Azcárraga Milmo. Era La liga de las canciones, una de las primeras cintas musicales hechas en el país. “Se rodaban unas escenas de bailables, grupos en vistosos trajes y, al fondo, un gran avión de vistosa utilería”, escribió Franco Sodja.

El panorama dejó atónito a Pedro Infante, quien no podía esconder su sorpresa y su emoción al ver cómo se creaban las películas que veía proyectadas en diversos lugares. Estaba maravillado con las actrices, con los actores, con la utilería y el desempeño de todos durante la grabación.

De este modo, Antonio Badú aprovechó uno de los descansos que tuvo el staff para presentar a su amigo con varias personas. Se dice que Pedro se ganó la simpatía de muchos gracias a su personalidad carismática e ingenua, y que incluso se tomó un café con los trabajadores del sitio.

María Luisa León lo habría apoyado durante los inicios de su carrera en cine (Foto: Captura de pantalla YouTube)

Luego de ese día volvería a casa con su esposa. Una vez que puso un pie en su residencia, Pedro había perdido el miedo al mundo de los “guapos, ricos y talentosos” actores de cine: ahora quería ser uno de ellos.

Infante seguiría recibiendo el apoyo de María Luisa León y a partir de ese momento asistió a varias pruebas de actuación para entrar en alguna película, así fuera con un papel pequeño o como extra. Cantó en algunas de ellas y aparecía con pequeños diálogos en otras.

No sería hasta 1942 que tendría su gran oportunidad. Pedro formaría parte de Jesusita en Chihuahua, uno de los primeros papeles importantes que tendría en su carrera. A partir de ese momento, y luego de tomar unas cuantas clases de actuación, Pedro Infante se consolidaría como el “Ídolo de ídolos” en México.