Una anciana salvadoreña de 82 años, Abelina Andrade Bermúdez, se encuentra varada en el norte de México, esperando poder cruzar la frontera con Estados Unidos y reunirse con sus familiares que viven en Washington D.C.
Bermúdez viajó desde su natal Jiquilisco, en el departamento de Usulután, hasta la ciudad de Piedras Negras, en el estado de Coahuila, donde se aloja en un refugio para migrantes llamado Casa Betania.
Sin embargo, no ha podido solicitar asilo debido a las nuevas restricciones impuestas por el gobierno estadounidense en mayo pasado, que exigen a los solicitantes de asilo registrarse a través de una aplicación móvil llamada CBP One.
La abuelita salvadoreña dice que no entiende cómo funciona la aplicación y que necesita ayuda para obtener un permiso humanitario que le permita cruzar. Su sueño es poder abrazar a sus nietos gemelos, que según ella son lo único que le queda en la vida.
“Nosotras estábamos dispuestas a pasar para aquel lado. Teníamos la posibilidad, pero después por la aplicación (CBP One) ya no pudimos pasar. Entonces aquí puede haber una posibilidad de ayudarme porque allá están mis gemelos”, cuenta doña Abelina a un canal de noticias mexicano.
La anciana asegura que no tiene problemas de salud graves, solo algunos dolores de rodilla, y que no sería una carga para el país al que quiere llegar. Dice que solo quiere vivir sus últimos años junto a su familia y que no le importa lo que tenga que pasar para lograrlo.
Doña Abelina es una de las miles de personas que buscan una oportunidad de una vida mejor en Estados Unidos, pero que se enfrentan a las dificultades y los riesgos del camino migratorio. Su historia es un ejemplo de la esperanza y la perseverancia que caracterizan a los migrantes centroamericanos.
