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No se trata de mejorar, se trata de desarrollar

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Las personas llegan a las sesiones y programas con un malestar recurrente, sienten una mezcla de ansiedad y desgaste que los hace sentir que no dan más. Usualmente son personas fuertes, que superan obstáculos y logran alcanzar sus metas. Para ellos no hay nada peor que enfrentarse con la idea de que alcanzaron su límite y ya no hay lugar para mejorar.

Culturalmente todos estamos inmersos en esta sensación. Hemos crecido motivados por la mejora continua. Es lo que nos mueve, da dirección y nos hace sentir valiosos. Esto de mejorar estaría perfecto, si no es porque llega el momento en el que, en lugar de ayudarnos a vivir en bienestar, nos genera ansiedad, irritabilidad o incluso desamparo. Nos sentimos como un carro que va a todo motor y de repente desaparece el camino.

Impacto

Julita Alonso, psicóloga

El ser humano está diseñado para crecer, multiplicar y generar. Está en nuestra naturaleza, pero hay una diferencia sutil que tiene impacto: no es lo mismo mejorar que desarrollar.

Mejorar tiene implícito dos elementos que hacen que fácilmente se convierta en una exigencia: la comparación y la expectativa. Cuando hablamos de oportunidades de mejora, sin saberlo estamos usando una forma sofisticada de etiquetarnos. Nuestra mente es binaria, si no estoy bien, estoy… (observe cómo la mente completa la frase).

Además, mejorar solo tiene una dirección: más rápido, más lejos… más felicidad. Esto nos hace pensar que si en el futuro yo no alcanzo esos estándares, algo estoy haciendo mal. Nos genera una visión de túnel que no nos permite reconocer que hay otras áreas de nuestra vida de enorme valor.

Depresión y ansiedad social, rivales a batir

Kate, de 12 años, ha estado en terapia desde hace años para lidiar con el trastorno de procesamiento sensorial, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y la ansiedad. (Foto Prensa Libre: Rachel Woolf/The New York Times).

 

Nos hace creer en la distorsión del retroceso: “Si no estoy tan bien cómo estaba ayer, he retrocedido.” Cuando la realidad es que en la vida experimentaremos subidas y bajadas en un recorrido que es inevitablemente hacia delante. Un árbol florecerá y luego perderá el esplendor, sin que eso quiera decir que ha retrocedido. Solo ha cumplido un ciclo, y ahora estará listo para iniciar otro.

En cambio, desarrollar, es la expresión de la necesidad que tenemos de movernos, de aprender, encontrar formas de enfrentar retos. Nos invita a la experiencia y la exploración. No solo en una dirección, sino en todas las áreas de nuestra vida. Nos ayuda a salir de esa visión de túnel y recordar que nuestro valor, impacto y propósito se mueve en un abanico de espacios y relaciones. Es esta perspectiva más amplia la que nos permite experimentar balance y tener un genuino sentido de plenitud.

Es natural que desarrollemos maestría en lo que hacemos. Es la capacidad de enfrentar retos más grandes con menor desgaste. Se orienta de nuestros genuinos intereses y se alimenta de nuestra pasión.

Los invito a que observen las áreas de la vida en la que están sintiendo ansiedad, irritabilidad o estén procrastinando.  ¿Qué exigencias, comparaciones o expectativas pueden dejar ir? ¿Quiénes genuinamente eligen ser ante esta situación?

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