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México recupera el «portal al inframundo» robado hace 65 años

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Estados Unidos ha devuelto una valiosa escultura de estilo olmeca, sustraída ilegalmente en 1958 de la zona arqueológica de Chalcatzingo, Morelos. «El monstruo de la Tierra» tiene una antigüedad de 2.800 años.

Tan enigmático es su origen, como su salida del centro de México, a finales de los años 50. Conocida como «El monstruo de la Tierra” o «Las fauces de la Tierra”, la pieza de casi una tonelada y 1,80 metros de alto por 1,50 de ancho fue fragmentada para su traslado por traficantes de tesoros.

Formaba parte de un centro ceremonial, fundado por un pueblo agrícola -anterior a Teotihuacán- con influencias olmecas que habitó hace más de tres milenios en el actual estado de Morelos, al sur de Ciudad de México. La primera noticia de su destino se dio en 1968, cuando «el arqueólogo estadounidense David Grove publicó un dibujo en la revista American Antiquity, donde mencionó que ‘el monstruo de la tierra’ estaba en una colección privada”, narró a DW Mario Córdova Tello, director del proyecto de investigación en Chalcatzingo.

Mientras los especialistas mexicanos se preguntaban por su paradero, el público estadounidense pudo apreciarlo entre los años 70 y 90 del siglo pasado en museos y exposiciones de ciudades como Washington D.C. o Chicago. Incluso fue presentada en el Museo Metropolitano de Nueva York. Su devolución, 65 años después de su hurto, fue producto de la colaboración entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México con la Fiscalía de Nueva York.

-Una pieza invaluable

Tras su última exhibición pública, en los años 90, nuevamente se perdió el rastro de «El monstruo de la tierra”. Ahora se sabe que fue adquirida por un coleccionista en Denver, Colorado, donde la Unidad de Tráfico de Antigüedades de Manhattan la localizó en 2022. En Chalcatzingo existen otros 47 relieves tallados en estelas y altares en la roca de un cerro. Uno más era el Monumento 9, llamado por los estadounidenses «El monstruo o las fauces de la Tierra” porque muestra una criatura mitológica con una oquedad similar a una boca dispuesta a devorar.

En realidad, representa «una puerta al inframundo”, dice a DW vía telefónica desde Morelos Mario Córdoba, quien resalta su valor incalculable. «Su importancia se debe a que estos bajorrelieves son antiquísimos, de la época de los Olmecas”, la civilización más antigua del continente americano. «Datan de entre los años 800 y 300 antes de Cristo. Fueron hechos por los primeros grupos sedentarios en Mesoamérica”. Sin embargo, para el arqueólogo, no se puede decir que la escultura haya sido manufacturada por la cultura olmeca, ya que en los objetos de Chalcatzingo no se halló ADN del Golfo de México, región habitada por los olmecas. La similitud de estilos «pudo ser resultado del intercambio comercial o la imposición”, señala.

-Un regreso largamente anhelado

El pasado 19 de mayo, las autoridades estadounidenses entregaron «El monstruo” a México, a donde llegó, desde Denver, en un avión de la Fuerza Aérea mexicana. Ha sido depositado en el Museo Regional de los Pueblos de Morelos, en Cuernavaca, donde se expondrá durante más de un año. El proceso se inició hace dos décadas, cuando los arqueólogos pidieron a Relaciones Exteriores de México su intervención para encontrarlo en el país vecino, pero no fue sino hasta 2022 que el gobierno mexicano interpuso una demanda legal para acelerar su devolución. «Esta repatriación constituye la más importante recuperación de patrimonio arqueológico mexicano en lo que va del siglo XXI”, ha asegurado Diego Prieto Hernández, titular del INAH. Recientemente, el consulado mexicano en Nueva York firmó una carta de intención con el rector de la Universidad Colgate, Brian W. Casey, para recuperar unos 2.000 bienes arqueológicos, que serán restituidos voluntariamente en próximas fechas.

-Una historia por descubrir

En su conjunto, los relieves de Chalcatzingo abordan rituales sobre fertilidad o peticiones de lluvia. Muestran animales, plantas, gobernantes o figuras de autoridad, que generan viento o hacen caer el agua del cielo. El Museo Nacional de Antropología, de la capital mexicana, exhibe una réplica del Monumento 9, cuya iconografía tiene connotaciones religiosas. Presenta el rostro de un ser con las fauces abiertas, de manera cruciforme, un rasgo olmeca. Tiene ojos oblicuos y bromelias -plantas de la localidad- en las esquinas, hace alusión a la víbora o el jaguar, el mamífero más feroz, el más temido de Mesoamérica. Córdova Tello describe que se trata «de la montaña con una cueva al centro, es decir, la entrada al inframundo”, tan importante para los pueblos mesoamericanos. «Los animales van al inframundo, se los traga la tierra y, de repente, vuelven a nacer”, lo cual podría tener relación con la salida del sol y la caída de la noche. El arqueólogo, quien considera que los análisis científicos permitirán conocer más al respecto, plantea otra interrogante: cómo los chalcatzingas, un pueblo que hacía pequeñas figurillas de barro, pudieron crear una escultura monumental sin haber tenido metales como el hierro.

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