Tras el primer lugar del piloto mexicano Checo Pérez en el Grand Prix de Saudi Arabia, muchos comienzan a verle como el enemigo más fuerte de su compañero en Red Bull: Max Verstappen.
El piloto con más de una década en la Fórmula 1, ha comenzado a saborear las mieles del éxito y está sediento por obtener su primer campeonato en esta rama deportiva. Este impulso se lo debe a su compatriota que siempre creyó en sus destrezas como corredor: el empresario Carlos Slim. El dueño de Claro y Telmex le brindó apoyo a Sergio Pérez desde una muy corta edad.
De acuerdo a varias entrevistas que realizó Antonio Pérez Garibay, sedujeron al hombre más rico de Latinoamérica con mucha carisma. La meta era obvia. El padre de Checo necesitaba conseguir que el magnate apoyara a su hijo de siete años; un niño que tenía en mente llegar a la F1 si contaba con esta ayuda. Y como era de esperarse, Slim quedó impactado con su talento por lo que decidió ayudarle como patrocinador desde entonces.
Claro que habían términos y condiciones con lo que implicaba ese intercambio mutuo. Llegaron al acuerdo de que cualquier decisión tomada en su carrera, tendría que ser aprobada por el hijo de Slim: Carlos Slim Domit. Su futuro profesional quedó en sus manos y tal parece que es esa visión la que lo ha llevado a codearse con los mejores del mundo.
El jalisciense no solo es acreedor de uno de los veinte asientos más deseados en el mundo, ya está en los números de la historia y pretende ganar el campeonato del 2023.
Este fin de semana los ánimos se caldearán en el GP de Australia. Es en esta parte del mundo donde las estrategias serán definitivas para la marca de bebidas energizantes más conocida en el mundo y actual campeona. Red Bull le ha apostado al campeón neerlandés Verstappen, pero tal parece que Checo vino a darle una batalla campal y habrá que ver hacia dónde se mueve la balanza en esta temporada de carreras.
